Ya vienen

los carnavales por la punta de la Isleta, dice la copla canaria. Y un carnavalero a muerte, como es Miguel Angel García Argüez, canta en este poema la amarga contradicción que cruza estas fiestas, no sólo en Cádiz, por cierto. Ahora, ser conscientes del daño no debe impedir celebrar la alegría, así que más abajo tienen al Migue, en el año 2009, con su chirigota callejera…

A UN LADO están el orgullo y la alegría,
la hermosura de los días,
la elegancia del vivir.
Y al otro están el miedo y la ruina,
el trabajo y la neblina
de un oscuro porvenir.

A un lado, las realidades que no se quieren mirar
y al otro lado las cañitas de pescar, la luna llena…
Y a un lado el desencanto y los pasitos para atrás,
y al otro lado la pasión del carnaval ¡dios mío, qué pena!

Y en medio los gaditanos
contentos con su ciudad
y luego miran sus manos,
sus hijos, su futuro y su vivienda
y ven sólo una leyenda
que se empieza desangrar.

Y cantan que si un camino hasta un castillo en bajamar,
ole la gracia, cuna de la libertad, ay, piconera…
¡Qué les gusta soñar!

Y sueñan los pobres diablos
los sueños que sueños son.
Y dudan los pobres diablos
si Cadi es primavera o es invierno,
si es la gloria o el infierno,
si es un diablo o si es un dios.

Y viven los pobres diablos
su enorme contradicción.
Qué pena del gaditano,
que es rico al mismo tiempo que mendigo
y que sólo ve su ombligo
si se mira el corazón.

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